INTRODUCCIÓN
En la medicina integrativa, el cuerpo humano es contemplado como un sofisticado sistema en constante interacción con su entorno y sus propios procesos internos, donde cada elemento desempeña un papel crítico en la preservación de la salud. Dentro de este enfoque, el glutatión se ha convertido en un tema de interés fundamental, dadas sus múltiples funciones protectoras en distintos procesos fisiológicos [1]. Históricamente, se empezó a hablar del glutatión a principios del siglo XX, pero no fue hasta las últimas décadas que su relevancia clínica y terapéutica cobró auge en distintas áreas médicas, desde la inmunología hasta la neurología [2].
Como investigadores y divulgadores científicos, en Protocolos CANA hemos observado un progresivo interés de la comunidad científica en el poder antioxidante y detoxificante de esta molécula [3]. Al mismo tiempo, el ámbito naturista se ha volcado en la búsqueda de métodos para estimular la producción de glutatión de manera natural, pues se ha relacionado con la prevención y el control de múltiples condiciones crónicas [4]. A lo largo de este artículo, exploraremos en detalle qué es el glutatión, de qué manera se produce en el organismo, cuáles son sus efectos protectores, por qué pueden bajar sus niveles y, lo más importante, cómo podemos incrementarlo con estrategias sencillas y eficaces, abarcando desde la práctica de ayuno y ejercicio físico, hasta el grounding o contacto con la tierra, la suplementación y más.
¿QUÉ ES, Y CÓMO SE PRODUCE?
El glutatión es un tripéptido compuesto por tres aminoácidos: cisteína, glicina y glutamato [1]. Se considera el antioxidante maestro del organismo, pues protege las células frente al daño oxidativo generado por radicales libres y toxinas ambientales, manteniendo así la integridad de tejidos y órganos [2]. A diferencia de muchos otros antioxidantes que deben obtenerse de la dieta, el glutatión puede sintetizarse de manera endógena en el hígado, órgano encargado de la mayoría de las funciones detoxificantes del organismo [5].