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Por Dionan Marval
El presente artículo proporciona información sobre las posibles causas del cáncer y los factores implicados en su desarrollo, y presenta resumidamente un tratamiento generalizado, señalando los aspectos esenciales que se deben tomar en cuenta. No se proporciona un tratamiento detallado, ya que lo mejor siempre será el tratamiento personalizado y el seguimiento particular, donde ciertos detalles sean ajustados en función de los requerimientos personales del paciente por parte de un especialista o experto en la materia.
Recordando el concepto
La palabra “cáncer” proviene del griego καρκίνος (karkinos), que significa “cangrejo”. Hipócrates, el famoso médico griego de la antigüedad, usó este término para describir tumores malignos debido a la semejanza entre las venas hinchadas alrededor de un tumor y las patas de un cangrejo. Así pues, el cáncer es una enfermedad en la que algunas células del cuerpo comienzan a crecer sin control y pueden invadir otros tejidos. Se origina cuando se producen cambios en el ADN, que afectan el funcionamiento normal de las células y provocan que se multipliquen de manera descontrolada, formando tumores. Estos tumores pueden ser benignos (no cancerosos) o malignos (cancerosos), y en este último caso, las células pueden propagarse a otras partes del cuerpo a través de un proceso llamado metástasis.
No obstante, las células cancerosas se reproducen descontroladamente porque el entorno interno del cuerpo así lo permite. Si el entorno no fuera propicio para que se reproduzcan, no lo harían; de hecho, empezaría a revertirse el cáncer. Empecemos, pues, a adentrarnos en los puntos esenciales que se deben tomar en cuenta para el tratamiento natural del cáncer. Me parece muy propicio empezar hablando de la oxigenación del cuerpo, uno de los factores esenciales en este asunto.
1. Oxigenar el cuerpo
Un ambiente con bajo oxígeno, conocido como hipoxia tumoral, es común en los tumores sólidos y juega un papel crucial en su desarrollo y progresión. Sin embargo, el vínculo entre cáncer y niveles de oxígeno es complejo. Los tumores sólidos a menudo experimentan hipoxia debido a su rápido crecimiento. Este crecimiento supera la capacidad del suministro sanguíneo para entregar oxígeno suficiente, lo que genera áreas mal oxigenadas. Esto no solo no impide el desarrollo del tumor, sino que lo favorece.
En condiciones de hipoxia, las células cancerosas activan factores de transcripción llamados factores inducibles por hipoxia (HIF, por sus siglas en inglés). El HIF-1α es el más estudiado y regula la expresión de genes asociados con la supervivencia celular en ambientes de bajo oxígeno. Estos genes promueven la angiogénesis (creación de nuevos vasos sanguíneos), produciendo más factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF) para formar vasos sanguíneos que mejoren el suministro de oxígeno al tumor.
Además de esto, ocurre un cambio en que las células pasan de un metabolismo basado en oxígeno (fosforilación oxidativa) a uno basado en glucosa, mediante la glucólisis anaeróbica, produciendo energía sin oxígeno. La reducción de oxígeno también induce cambios en las células tumorales que las hacen más resistentes a tratamientos como la radioterapia y ciertos tipos de quimioterapia. La radioterapia depende del oxígeno para generar radicales libres que dañen el ADN del tumor, por lo que los ambientes hipóxicos disminuyen su efectividad.
En un ambiente con poco oxígeno las células cancerosas tienden a volverse más agresivas. Esto ocurre porque se estimula la invasión a tejidos vecinos y la diseminación a través de mecanismos como la regulación de proteínas involucradas en la movilidad celular. Las células se vuelven menos dependientes de las señales normales de apoptosis (muerte celular programada). [1, 2]
¿Por qué la hipoxia tumoral no detiene el crecimiento?
Aunque normalmente las células sanas mueren en ambientes hipóxicos, las células cancerosas tienen una capacidad excepcional para adaptarse y prosperar bajo estas condiciones. Este proceso ocurre mediante:
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Cambio metabólico (efecto Warburg): Incluso en presencia de oxígeno, las células cancerosas prefieren generar energía mediante la glucólisis anaeróbica, lo que les permite sobrevivir en ambientes hipóxicos.
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Alteraciones genéticas: Los tumores adquieren mutaciones que les otorgan una ventaja adaptativa en condiciones desfavorables.
Un ambiente con bajo oxígeno no solo es común en los tumores, sino que también promueve su crecimiento, agresividad y resistencia a tratamientos. La hipoxia tumoral representa un desafío significativo en la lucha contra el cáncer, pero también es un área clave para desarrollar tratamientos eficaces que normalicen el suministro de oxígeno al tumor. [3, 4]
Asegurando ya la correcta oxigenación del cuerpo, entonces se debe descartar la presencia de infecciones crónicas, las cuales prácticamente siempre están latentes en el cáncer, no solo coexistiendo con él, sino muchas veces contribuyendo a su desarrollo. Así que pasemos a este punto.
2. Combatir infecciones crónicas
Las infecciones crónicas por bacterias u hongos pueden promover el cáncer a través de diversos mecanismos que incluyen inflamación persistente, alteraciones inmunológicas y daño directo al ADN. Lo mismo puede ocurrir con ciertos parásitos, pero es más frecuente con bacterias y hongos. Procedo a explicarte el porqué:
1. Inflamación crónica como puente entre infecciones y cáncer
La inflamación crónica causada por infecciones persistentes crea un microambiente favorable para el desarrollo de cáncer. Este microambiente incluye: [5, 6]
a. Producción de moléculas proinflamatorias
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Las infecciones crónicas estimulan la liberación constante de citocinas proinflamatorias como el factor de necrosis tumoral (TNF-α), interleucinas (IL-6, IL-1β) y prostaglandinas.
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Estas moléculas activan vías de señalización como NF-κB y STAT3, que promueven:
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Proliferación celular descontrolada.
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Resistencia a la apoptosis (muerte celular programada).
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Angiogénesis (formación de nuevos vasos sanguíneos).
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b. Generación de estrés oxidativo
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Las células inmunitarias en el sitio de la infección liberan especies reactivas de oxígeno (ROS) y nitrógeno (RNS) para combatir los patógenos.
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Este estrés oxidativo puede dañar el ADN de las células cercanas, aumentando las mutaciones que predisponen al cáncer.
2. Daño directo al ADN por patógenos
Algunas bacterias y hongos generan metabolitos tóxicos que interactúan directamente con el ADN humano, aumentando el riesgo de mutaciones. Ejemplos incluyen:
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Helicobacter pylori (H. pylori): Esta bacteria está asociada con el cáncer gástrico. Produce enzimas como ureasa y toxinas como CagA que dañan las células gástricas, activan vías inflamatorias y aumentan el estrés oxidativo.
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Candida albicans: Este hongo puede secretar toxinas y enzimas proteolíticas que alteran las barreras epiteliales y promueven la inflamación crónica, creando condiciones favorables para el desarrollo de cáncer oral y gastrointestinal. [7, 8]
3. Alteración del sistema inmunológico
Las infecciones crónicas pueden:
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Suprimir la respuesta inmunitaria: Algunos patógenos interfieren con la capacidad del sistema inmune para eliminar células cancerosas.
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Ejemplo: H. pylori reduce la actividad de linfocitos T citotóxicos.
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Estimular respuestas inmunitarias aberrantes: La inflamación persistente puede desviar la vigilancia inmunológica normal, permitiendo que las células precancerosas se acumulen sin ser detectadas. [9, 10]
4. Microbiota y cáncer
El microbioma (conjunto de microorganismos en el cuerpo) también juega un papel clave en la relación entre infecciones y cáncer. La disbiosis (desequilibrio en la microbiota) puede:
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Favorecer infecciones crónicas que incrementen la inflamación.
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Producir metabolitos como ácidos biliares secundarios, que tienen efectos mutagénicos y están relacionados con el cáncer colorrectal. [11, 12]
Ejemplos específicos de infecciones relacionadas con el cáncer
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Bacterias:
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Helicobacter pylori: Relacionada con el cáncer gástrico y el linfoma MALT.
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Salmonella typhi: Asociada con el cáncer de vesícula biliar.
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Hongos:
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Candida albicans: Contribuye al cáncer oral y esofágico.
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Aspergillus flavus: Produce aflatoxinas, carcinógenos potentes que están vinculados al cáncer de hígado.
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Mecanismos destacados
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Epigenética: Algunos patógenos alteran la expresión génica al inducir cambios epigenéticos, como metilación del ADN en genes supresores de tumores.
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Microambiente tumoral: La inflamación crónica reorganiza el tejido infectado en un entorno que favorece el crecimiento tumoral, incluidas las células inmunosupresoras (macrófagos asociados al tumor). [13, 14]
Ahora bien, mientras se combate y se pone bajo control cualquier infección crónica, se debe evitar la hiperglicemia. Ya verás por qué.
3. Evitar la hiperglicemia
La hiperglicemia es la glucosa elevada en sangre. Evitar la hiperglicemia es crucial en pacientes con cáncer porque el metabolismo del azúcar desempeña un papel clave en el crecimiento y la progresión tumoral. La relación entre el cáncer y la hiperglicemia se basa en varios mecanismos biológicos que favorecen la supervivencia, proliferación y agresividad de las células cancerosas.
1. Dependencia de las células cancerosas del azúcar (Efecto Warburg)
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Las células cancerosas suelen depender de la glucólisis anaeróbica, incluso en presencia de oxígeno, para generar energía. Este fenómeno se conoce como el Efecto Warburg.
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En condiciones de hiperglicemia, las células cancerosas tienen acceso ilimitado a glucosa, lo que les permite:
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Producir grandes cantidades de energía (aunque menos eficiente que la fosforilación oxidativa).
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Generar precursores metabólicos necesarios para la síntesis de ADN, proteínas y lípidos, lo cual facilita su crecimiento acelerado. [15, 16]
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2. Inflamación y disfunción inmunológica asociadas con la hiperglicemia
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La hiperglicemia crónica promueve una respuesta inflamatoria de bajo grado, caracterizada por niveles elevados de citocinas proinflamatorias (como IL-6 y TNF-α).
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Este estado inflamatorio favorece un microambiente tumoral que estimula la angiogénesis, el crecimiento y la invasión del cáncer, y suprime la actividad de células inmunes claves, como los linfocitos T y las células asesinas naturales (NK), que normalmente atacan a las células cancerosas. [17, 18]
3. Estrés oxidativo
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La hiperglicemia aumenta la producción de especies reactivas de oxígeno (ROS) debido a alteraciones en las vías metabólicas, como la glucólisis y la cadena de transporte de electrones.
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Este estrés oxidativo puede dañar el ADN, proteínas y lípidos, favoreciendo mutaciones adicionales en las células tumorales y aumentando su agresividad. [19, 20]
4. Angiogénesis favorecida por niveles altos de glucosa
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Las células cancerosas usan glucosa para producir factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF), una proteína clave que estimula la formación de nuevos vasos sanguíneos.
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La angiogénesis es esencial para que los tumores reciban oxígeno y nutrientes, lo que les permite crecer y diseminarse. [21, 22]
5. Resistencia a la apoptosis
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La hiperglicemia activa vías de señalización como la vía PI3K/AKT/mTOR, que promueve la supervivencia celular y evita la apoptosis (muerte celular programada). Esto facilita que las células cancerosas sigan creciendo a pesar de las señales que normalmente las eliminarían. [23, 24]
6. Relación entre la diabetes y el cáncer
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Estudios epidemiológicos han demostrado que la diabetes tipo 2 (asociada a hiperglicemia crónica) aumenta el riesgo de varios tipos de cáncer, incluyendo cáncer de mama, colon, hígado y páncreas.
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En pacientes diabéticos con cáncer, la hiperglicemia se asocia con:
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Pronósticos más pobres.
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Mayor resistencia a los tratamientos, como quimioterapia y radioterapia. [25, 26]
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7. Hiperglicemia e impacto en los tratamientos
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Muchos tratamientos contra el cáncer, como la quimioterapia y los inhibidores de puntos de control inmunitarios, son menos efectivos en pacientes con hiperglicemia. Esto se debe a que la inflamación y la disfunción inmunológica inducidas por el azúcar interfieren con los mecanismos antitumorales de estas terapias. [27, 28]
Por ello, las estrategias para el manejo adecuado de la dieta, el ejercicio físico moderado y, en casos necesarios, el uso de plantas o sustancias naturales a fin reducir el azúcar en sangre, son esenciales en el cuidado integral de pacientes oncológicos. Y hablando de plantas, ¡muchas de estas tienen efectos anticancerígenos! No deben faltar en los tratamientos naturales contra el cáncer. Ahora veremos por qué.
4. Introducir plantas anticancerígenas
Introducir ciertas plantas en la terapia natural contra el cáncer es un componente imprescindible, según mi opinión. Procedo a explicar por qué. Las plantas han sido una fuente valiosa de compuestos bioactivos con propiedades antitumorales. Muchas de ellas contienen metabolitos secundarios que influyen en procesos biológicos clave asociados al desarrollo, crecimiento y progresión del cáncer. Algunas plantas tienen la capacidad de: [29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37]
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Inhibir la proliferación celular: Algunos compuestos presentes en las plantas interfieren con el ciclo celular de las células cancerosas, bloqueando su replicación y deteniendo su división descontrolada. Esto se logra, en parte, mediante la regulación de genes asociados al ciclo celular.
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Inducir la apoptosis: Las células tumorales suelen evadir la muerte celular programada. Ciertos fitoquímicos restauran este mecanismo, activando vías apoptóticas que eliminan células dañadas sin afectar significativamente a las sanas.
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Inhibir la angiogénesis: La angiogénesis, el proceso de formación de nuevos vasos sanguíneos, es crucial para el suministro de nutrientes al tumor. Algunos compuestos vegetales inhiben factores angiogénicos como el VEGF (factor de crecimiento endotelial vascular).
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Modular el sistema inmunológico: Varias plantas estimulan la actividad de las células inmunitarias, mejorando la capacidad del cuerpo para identificar y destruir células cancerosas.
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Ejercer efectos antioxidantes: Las plantas ricas en polifenoles y flavonoides reducen el estrés oxidativo, previniendo el daño al ADN que puede llevar a mutaciones y al inicio del cáncer.
Ejemplos de plantas con propiedades antitumorales
1. Cúrcuma (Curcuma longa)
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Induce apoptosis a través de la activación de las caspasas.
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Inhibe factores de transcripción como NF-κB, reduciendo la inflamación crónica asociada al cáncer.
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Bloquea la proliferación al regular negativamente las quinasas ciclina-dependientes (CDKs). [38, 39]
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2. Ajo (Allium sativum)
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Incrementa la generación de especies reactivas de oxígeno (ROS) en células cancerosas, llevándolas a apoptosis.
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Inhibe la angiogénesis al reducir los niveles de VEGF.
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Modula el sistema inmunológico al estimular linfocitos T y células NK. [40, 41]
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3. Té verde (Camellia sinensis)
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Actúa como antioxidante, reduciendo el daño al ADN.
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Inhibe la proliferación celular y la angiogénesis.
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Induce apoptosis a través de la regulación de proteínas como Bax y Bcl-2. [42, 43]
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4. Neem (Azadirachta indica)
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Induce apoptosis mediante la activación de las vías intrínseca y extrínseca.
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Interfiere en la señalización celular de factores pro-tumorales como Akt y mTOR.
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Reduce la inflamación y el estrés oxidativo, modulando citocinas como IL-6 y TNF-α. [44, 45]
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5. Artemisia annua (Ajenjo dulce)
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Genera especies reactivas de oxígeno (ROS) al interactuar con el hierro, lo que induce daño oxidativo selectivo en células cancerosas, que tienden a acumular más hierro que las células normales.
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Inhibe la proliferación celular mediante la interrupción del ciclo celular en la fase G1.
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Modula vías de señalización asociadas a la inflamación crónica, como NF-κB y PI3K/Akt.
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Potencial efecto antiangiogénico, reduciendo el suministro de nutrientes al tumor. [46, 47]
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6. Moringa (Moringa oleifera)
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Promueve apoptosis a través de la activación de caspasas y la regulación de Bax y Bcl-2.
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Actúa como antioxidante, reduciendo el estrés oxidativo y el daño al ADN.
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Inhibe el crecimiento tumoral al bloquear vías como PI3K/Akt y MAPK.
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Modula el sistema inmunológico estimulando la actividad de las células NK y linfocitos T. [48, 49]
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7. Árbol de paraíso (Melia azedarach)
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Induce apoptosis mediante la generación de estrés oxidativo y la activación de vías intrínsecas (mitocondriales).
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Inhibe la proliferación celular al interferir con factores de crecimiento y ciclinas.
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Presenta efectos antiangiogénicos, limitando el suministro sanguíneo al tumor.
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Modula el microambiente tumoral reduciendo la inflamación crónica mediante la supresión de NF-κB. [50, 51]
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Relación entre compuestos bioactivos y el potencial anticancerígeno
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Especificidad hacia células tumorales: Muchos compuestos bioactivos muestran toxicidad selectiva, afectando principalmente a las células malignas mientras preservan las sanas. Esto representa una ventaja significativa frente a terapias convencionales. [52]
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Sinergia con tratamientos convencionales: Algunos fitocompuestos potencian la eficacia de la quimioterapia o radioterapia, a la vez que minimizan sus efectos secundarios. Por ejemplo, la curcumina ha mostrado mejorar la sensibilidad a medicamentos quimioterapéuticos como el paclitaxel. [53]
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Uso preventivo: Las propiedades antioxidantes y antiinflamatorias de muchas plantas también las posicionan como agentes preventivos, especialmente en personas con predisposición genética al cáncer. [54]
Las plantas medicinales representan una valiosa fuente de compuestos antitumorales debido a sus múltiples mecanismos de acción, que van desde la regulación del ciclo celular hasta la modulación del sistema inmunológico y la inhibición de la angiogénesis. Incorporar estas plantas en estrategias terapéuticas, ya sea como complemento o como parte de enfoques integrativos, podría ofrecer beneficios significativos en la lucha contra el cáncer, siempre bajo supervisión médica y basada en evidencia científica.
Entonces, hasta ahora hemos visto que el paciente oncológico debe 1) oxigenar su cuerpo, 2) combatir posibles infecciones crónicas, 3) evitar los altos niveles de glucosa en sangre, y 4) optar por el consumo de ciertas plantas anticancerígenas y sus productos. Con todo y eso, poco se puede lograr si hay deficiencia de vitamina D. Por lo tanto, pasemos a considerar este asunto.
5. Corregir deficiencia de vitamina D
Con deficiencia de vitamina D incrementa el riesgo de desarrollar cáncer, y los pacientes que ya lo tienen, si no corrigen la deficiencia, se pueden estancar en el proceso de mejoría. Esta es una de las deficiencias más comunes en la actualidad, por nuestro estilo de vida y nuestra dieta. La deficiencia de vitamina D puede contribuir al desarrollo y progresión del cáncer debido a las múltiples funciones de esta vitamina en el mantenimiento de la homeostasis celular, la regulación del sistema inmunológico y la prevención de alteraciones en los procesos de proliferación y diferenciación celular. (Evidentemente, ante un cáncer no es aconsejable ponerse a suponer que se tiene o no deficiencia de vitamina D. Lo mejor es descartar mediante un examen médico de 25-hidroxivitamina D.) [55, 56]
1. Papel de la vitamina D en la regulación celular: La forma activa de la vitamina D, el calcitriol (1,25-dihidroxivitamina D), ejerce su efecto a través del receptor de vitamina D (VDR), un factor de transcripción presente en muchas células, incluidas las epiteliales y del sistema inmunológico. Este receptor regula genes asociados con la homeostasis celular, y su deficiencia puede alterar procesos cruciales:
a. Inhibición de la proliferación celular descontrolada
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La vitamina D limita la división celular excesiva, un sello distintivo del cáncer, al modular la expresión de genes que controlan el ciclo celular, como los inhibidores de las quinasas dependientes de ciclina (p21 y p27). [57, 58]
b. Inducción de la apoptosis (muerte celular programada)
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El calcitriol estimula mecanismos proapoptóticos en células dañadas o precancerosas, evitando su acumulación. [59, 60]
c. Promoción de la diferenciación celular
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Las células menos diferenciadas son más propensas a volverse malignas. La vitamina D promueve la maduración celular, reduciendo este riesgo. [61, 62]
2. Regulación del sistema inmunológico: La vitamina D modula tanto la inmunidad innata como la adaptativa, influyendo en el microambiente tumoral:
a. Estimulación de la vigilancia inmunitaria
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La vitamina D potencia la actividad de células inmunitarias antitumorales, como los linfocitos T citotóxicos y las células asesinas naturales (NK).
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También induce la producción de péptidos antimicrobianos (como catelicidinas), que pueden reducir el riesgo de infecciones que predisponen al cáncer. [63, 64]
b. Supresión de la inflamación crónica
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Una deficiencia de vitamina D se asocia con niveles elevados de citocinas proinflamatorias (IL-6, TNF-α) que crean un microambiente favorable para el crecimiento tumoral. [65, 66]
3. Control del microambiente tumoral: El calcitriol tiene efectos directos sobre el microambiente donde se desarrollan los tumores:
a. Inhibición de la angiogénesis
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La vitamina D reduce la producción de factores proangiogénicos como el VEGF, limitando la formación de nuevos vasos sanguíneos que alimentan al tumor. [67, 68]
b. Regulación de la invasión y metástasis
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Al modular la expresión de proteínas como las metaloproteinasas de matriz (MMPs), la vitamina D dificulta la capacidad de las células cancerosas de invadir tejidos vecinos. [69, 70]
4. Protección del ADN contra el daño: La vitamina D mejora la reparación del ADN y protege contra el estrés oxidativo:
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Estimula la expresión de enzimas reparadoras del ADN.
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Disminuye la producción de especies reactivas de oxígeno (ROS), que pueden causar mutaciones. [71, 72]
5. Relación epidemiológica entre deficiencia de vitamina D y cáncer: Numerosos estudios han vinculado niveles bajos de vitamina D con un mayor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer, como: [73, 74]
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Cáncer de colon: Las personas con deficiencia de vitamina D tienen tasas más altas de incidencia y mortalidad.
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Cáncer de mama y próstata: Los niveles bajos de vitamina D están relacionados con tumores más agresivos y de peor pronóstico.
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Melanoma: La vitamina D puede reducir el crecimiento de células de melanoma y limitar su propagación.
6. Interacción con factores externos:
a. Factores de riesgo que potencian la deficiencia:
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Exposición insuficiente a la luz solar, especialmente en regiones alejadas del ecuador.
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Dietas pobres en vitamina D (insuficiente consumo de pescados grasos, huevos o alimentos fortificados).
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Alteraciones metabólicas (obesidad, insuficiencia hepática o renal). [75, 76]
b. Efecto sinérgico con otros factores cancerígenos:
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La deficiencia de vitamina D puede amplificar los efectos de otros factores de riesgo, como la inflamación crónica, el estrés oxidativo y la disbiosis intestinal. [77, 78]
La vitamina D actúa como un regulador clave de los procesos que mantienen la estabilidad celular y el equilibrio inmunológico. Su deficiencia no solo predispone al desarrollo de cáncer, sino que también puede influir en la progresión tumoral y en la resistencia a los tratamientos. Por ello, mantener niveles adecuados de vitamina D a través de una combinación de exposición solar, dieta balanceada y suplementación (cuando sea necesario) es fundamental para reducir el riesgo de cáncer y mejorar los resultados en pacientes oncológicos.
Pero no solo la deficiencia de vitamina D es muy común en pacientes oncológicos; también lo es la deficiencia de vitamina C. De esto trata el siguiente apartado.
6. Corregir deficiencia de vitamina C
La deficiencia de vitamina C es otro factor importante que puede contribuir al desarrollo del cáncer debido a su papel esencial en varios procesos biológicos que ayudan a mantener la homeostasis celular y prevenir la formación de tumores. Los mecanismos clave implicados son los siguientes:
1. Estrés oxidativo y daño al ADN
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La vitamina C es un antioxidante potente que neutraliza los radicales libres y las especies reactivas de oxígeno (ROS).
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La deficiencia de vitamina C incrementa el estrés oxidativo, lo que puede dañar el ADN y promover mutaciones que favorecen la carcinogénesis. [79, 80]
2. Sistema inmunológico debilitado
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La vitamina C es crucial para la función inmunitaria, incluida la actividad de las células NK (natural killer) y los linfocitos T.
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Su deficiencia reduce la capacidad del cuerpo para eliminar células tumorales emergentes, permitiendo su proliferación. [81, 82]
3. Colágeno y metástasis
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La vitamina C es esencial para la síntesis de colágeno, una proteína que refuerza la matriz extracelular y mantiene la integridad tisular.
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Sin suficiente colágeno, los tumores pueden invadir más fácilmente los tejidos circundantes y metastatizar. [83, 84]
4. Inestabilidad genómica
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La deficiencia de vitamina C afecta la capacidad del cuerpo para regenerar otros antioxidantes, como la vitamina E y el glutatión, lo que agrava el daño celular y fomenta la acumulación de mutaciones. [85, 86]
Megadosis de vitamina C
Las megadosis de vitamina C, administradas generalmente por vía intravenosa, han sido estudiadas como una terapia adyuvante contra el cáncer. Los posibles mecanismos de acción son los siguientes:
1. Producción selectiva de peróxido de hidrógeno
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En altas concentraciones, la vitamina C actúa como un pró-oxidante en lugar de antioxidante, generando peróxido de hidrógeno (H₂O₂) en el entorno tumoral.
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Las células cancerosas, debido a su menor capacidad antioxidante, son más vulnerables al daño causado por H₂O₂, lo que induce su muerte. [87, 88]
2. Refuerzo inmunitario
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Las megadosis mejoran la función de las células inmunitarias, como las células NK y macrófagos, potenciando su capacidad para atacar células tumorales. [89, 90]
3. Reducción de inflamación crónica
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La vitamina C disminuye los niveles de citocinas proinflamatorias como IL-6 y TNF-α, que están implicadas en la progresión del cáncer.
4. Mejora de la calidad de vida
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Ayuda a reducir los efectos secundarios de la quimioterapia y radioterapia, como fatiga, náuseas y daño oxidativo. [91, 92]
5. Disminución de la angiogénesis
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La vitamina C puede inhibir el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos (angiogénesis) que alimentan a los tumores, ralentizando su expansión. [93, 94]
La deficiencia de vitamina C se puede corregir por la suplementación oral, pero si se tiene acceso a las megadosis endovenosas, mejor; porque la cantidad que se administra en una sola dosis endovenosa supera por mucho la cantidad que podemos absorber a nivel gastrointestinal en una sola toma. [95, 96]
Habiendo tomado en cuenta y abordado todos los aspectos hasta ahora mencionados, francamente cabe la pregunta: “¿Hay algo más que pueda hacer?”. Pues parecen muchas cosas a la vez, ¿verdad? Pero no solo sí hay algo más que se puede hacer para evitar o combatir el cáncer, sino que lo que ahora sigue representa uno de los factores cancerígenos más olvidados y menos tomados en cuenta, siendo que realmente es uno de los más silentes (lo que lo hace más peligroso), nocivos y frecuentes: La intoxicación crónica por metales tóxicos, llamado también por algunos “metales pesados”.
7. Limpiarse de metales tóxicos
Los metales tóxicos, como el arsénico, el cadmio, el aluminio, el plomo y el mercurio, son sustancias que no tienen ninguna función biológica importante en los humanos, de los que es sabido que en concentraciones moderadas se vuelven tóxicos y pueden causar daños significativos a la salud, incluido el cáncer. Estos causan daños mediante varios mecanismos:
1. Estrés oxidativo: Los metales tóxicos pueden generar radicales libres en el cuerpo. Los radicales libres son moléculas inestables que dañan las células, las proteínas y el ADN al “robarles” electrones en un proceso llamado oxidación. Este daño acumulativo se conoce como estrés oxidativo. El estrés oxidativo puede provocar daño al ADN, al romper las cadenas de ADN, alterar las bases nitrogenadas y crear mutaciones. Estas mutaciones pueden activar oncogenes (genes que promueven el crecimiento celular descontrolado) o inactivar genes supresores de tumores (genes que controlan el crecimiento celular y reparan el ADN).
El estrés oxidativo también induce inflamación crónica, porque provoca una respuesta inflamatoria prolongada. La inflamación crónica crea un ambiente propicio para el desarrollo del cáncer, ya que promueve la proliferación celular, la angiogénesis (formación de nuevos vasos sanguíneos que nutren el tumor) y la invasión de tejidos. Además, puede interferir con las vías de señalización celular que regulan el crecimiento, la diferenciación y la muerte celular, lo que puede contribuir al desarrollo del cáncer. [97, 98]
2. Interferencia con la reparación del ADN: Algunos metales, como el arsénico y el níquel, pueden inhibir la actividad de las enzimas que reparan el ADN dañado. Al inhibir la reparación del ADN, estos metales permiten que las mutaciones se acumulen, lo que aumenta el riesgo de cáncer. [99. 100]
3. Alteraciones epigenéticas: También pueden provocar cambios epigenéticos, que son modificaciones en la expresión génica que no implican cambios en la secuencia de ADN. Estas modificaciones pueden ser heredables y afectan la forma en que se “leen” los genes.
Estas alteraciones epigenéticas pueden silenciar genes supresores de tumores o activar oncogenes, contribuyendo así al desarrollo del cáncer. Por ejemplo, pueden alterar la metilación del ADN (la adición de grupos metilo al ADN, lo que generalmente silencia la expresión génica) o modificar las histonas (proteínas alrededor de las cuales se enrolla el ADN), afectando la estructura de la cromatina y la expresión génica. [101, 102]
4. Interferencia con la función de proteínas: Algunos metales, como el plomo y el mercurio, pueden unirse a las proteínas y alterar su estructura y función, lo cual puede afectar enzimas cruciales para el metabolismo celular, la reparación del ADN y la regulación del ciclo celular, lo que puede contribuir al desarrollo del cáncer. [103, 104]
Ejemplos específicos
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Arsénico: Causa cáncer de piel, pulmón, vejiga y riñón. Actúa mediante estrés oxidativo, daño al ADN, interferencia con la reparación del ADN y alteraciones epigenéticas.
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Cadmio: Asociado con cáncer de pulmón, próstata y riñón. Genera estrés oxidativo, altera la reparación del ADN y produce cambios epigenéticos.
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Cromo (hexavalente): Un potente carcinógeno que causa cáncer de pulmón. Produce estrés oxidativo, daño directo al ADN y formación de aductos de ADN (compuestos que se unen al ADN y lo modifican).
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Plomo: Aunque la evidencia es más limitada, se ha asociado con cáncer de pulmón, estómago y cerebro. Puede generar estrés oxidativo e interferir con la función de proteínas.
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Mercurio: En su forma orgánica (metilmercurio), se ha relacionado con daño neurológico y posibles efectos cancerígenos, aunque la evidencia no es concluyente. Puede generar estrés oxidativo e interferir con la función de proteínas.
Los metales tóxicos pueden dañar el cuerpo a través de una variedad de mecanismos que incluyen la generación de estrés oxidativo, la interferencia con la reparación del ADN, las alteraciones epigenéticas y la disrupción de la función de proteínas. Estos mecanismos pueden contribuir al desarrollo del cáncer al causar mutaciones en el ADN, alterar la expresión génica y promover un ambiente celular propicio para el crecimiento tumoral. La exposición a estos metales debe ser minimizada para proteger la salud humana y prevenir el cáncer. [105, 106]
La sobrecarga de metales tóxicos se trata naturalmente con quelantes, que son moléculas que se unen a los metales y facilitan su excreción del cuerpo. Al final de este artículo te propondré algunos quelantes naturales para el tratamiento contra el cáncer. Sin embargo, toma en cuenta que en Protocolos CANA tenemos disponible un protocolo bien diseñado para la desintoxicación de metales pesados, dividido en tres ciclos de dos semanas. Ubícalos en la sección de “protocolos”.
Tratamiento natural
Sabiendo todas estas cosas, te preguntarás cuál es el protocolo que proponemos en este escenario. En resumen, hay que:
1. Oxigenar el cuerpo: Esto se puede lograr mediante la administración de ozono (ozonoterapia) y con el consumo de clorofila, es decir, con jugos de vegetales verdes y suplementos como la espirulina y la chlorella.
2. Combatir infecciones crónicas: Con herramientas naturales como el aceite de neem o la infusión de sus hojas, el aceite esencial de Artemisia annua o absinthium, el aceite esencial de orégano, el aceite de coco virgen, el ajo y el jengibre frescos, entre otros.
3. Evitar los altos niveles de glucosa: Mediante una dieta cetogénica. Y si hay diabetes descontrolada, muy probablemente se tendrá que acudir también a plantas antidiabéticas como el neem, y a un suplemento de fibra como el Psyllium.
4. Introducir plantas antitumorales: Plantas como las mencionadas en este artículo no son meros coadyuvantes en el tratamiento natural contra el cáncer, sino que son un componente indispensable. No se debe prescindir de estas. Evidentemente, hay muchas más plantas con propiedades anticancerígenas, pero las que te recomiendo aquí son de las más potentes y evidenciadas.
5. Corregir deficiencia de vitamina D (si la hay): Esto se puede lograr por la exposición controlada a la radiación solar. Con “controlada” me refiero a que debe ser con tiempos y frecuencias precisas para cada caso. Sin embargo, en ciertos casos puede ser necesaria la suplementación con vitamina D3.
6. Corregir deficiencia de vitamina C (si la hay): Mediante la suplementación oral o la administración endovenosa. Si optas por la suplementación oral, deberás usar dosis de reposición, que van de 4 a 6 gramos diarios distribuidos en tres tomas, durante un máximo de dos semanas. Entonces se suspende la toma por un tiempo, y se retoma posteriormente. Si optas por las megadosis intravenosas, el experto que te las administrará te ayudará a determinar la dosis más adecuada para ti.
7. Limpiarse de metales tóxicos: Para esto se debe elegir varios de estos quelantes: Carbón activado, zeolita, ácido fúlvico (shilajit), NAC, espirulina, chlorella, jugo verde (perejil, cilantro y apio), ácido cítrico (zumo de limón), ácido málico (jugo manzana verde). Hay que saberlos combinar, y determinar con precisión la cantidad, la frecuencia de toma y la duración de cada ciclo de toma. Pues lo mejor es tomarlos por cortos ciclos, y entonces descansar para luego retomarlos; y repetir el ciclo las veces que sea conveniente.
Me propuse no dejar indicaciones muy detalladas sobre cuánto, cuándo y cómo tomar o usar todas estas cosas porque considero que lo mejor es que al paciente se le dé un tratamiento y seguimiento personalizados dentro del margen de las cosas que recomiendo. Por lo tanto, me propuse dejar solo los pilares y las nociones. De cualquier forma, en la sección de “protocolos” hallarás indicaciones más específicas sobre cada una de estas cosas por separado. Date una vuelta por la sección. ¡Saludos!
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