Preparar una infusión es una práctica sencilla pero con algunos detalles importantes que pueden marcar la diferencia en el resultado. Te explicaré el proceso paso a paso, y te daré algunos datos adicionales sobre el tema. En este orden de ideas, la RAE define el término ‘infusión’ como “la acción de extraer de las sustancias orgánicas las partes solubles en agua, a una temperatura mayor que la del ambiente y menor que la del agua hirviendo”. La infusión es un método de extracción de moléculas terapéuticas de las plantas, y se usa especialmente para hojas y flores; para raíces, tallos, cortezas y semillas, se usa la decocción. El término infusión también se aplica al resultado de la extracción, o sea, al té; un té es una infusión.
Según el concepto supracitado, en una infusión el agua no se debe dejar hervir, es decir, no se puede dejar alcanzar los 100°C; sin embargo, esto no siempre tiene que ser así. A veces es conveniente dejar hervir el agua, si la hoja de la planta no es tan delicada, o es dura (como la del romero), o está fresca o entera. Pero no quiero dilatarme más en este escrito, pues de esto hablaremos más extensamente en otro artículo; así que pasemos al proceso de infusión como tal.
Pasos para preparar una infusión
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Selecciona el agua: Lo ideal es utilizar agua mineral o filtrada, ya que el agua del grifo puede contener cloro o otras sustancias que alteren el sabor de la infusión. La cantidad de agua para preparar un té para una sola persona suele ser de 200 a 250 ml.
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Hierve el agua (generalmente): Muchas de las plantas medicinales requieren agua hirviendo para liberar sus compuestos activos. El calor del agua rompe las paredes celulares de las plantas, permitiendo que los compuestos hidrosolubles, como flavonoides y alcaloides y otras sustancias beneficiosas, se disuelvan en el agua. Sin embargo, hay excepciones, como algunas hierbas delicadas que pueden perder sus propiedades con el agua hirviendo. Pero cuando la hoja de la planta está molida o finamente pulverizada, no se debe dejar hervir el agua. Además, algunas hierbas delicadas, como la manzanilla o la menta, pueden perder parte de su aroma y sabor si se exponen a altas temperaturas durante mucho tiempo. En estos casos, es recomendable verter agua caliente (no hirviendo) sobre las hierbas y dejarlas reposar.
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Añade la planta: Una vez que el agua esté por ebullir o haya ebullido, según sea el caso, retírala del fuego y añade en ella la cantidad recomendada de planta seca o fresca. Por lo general la dosis segura y eficaz de las hojas secas está entre 2 y 4 gramos; si se usa la hoja fresca, debe utilizarse el doble de esta cantidad, es decir, de 4 a 8 gramos, porque la mayor parte del peso de las hojas secas se la confiere el agua, que ya no está o ha disminuido al mínimo en la hoja seca. También puedes utilizar bolsitas filtrantes, en el cual caso no te recomiendo dejar ebullir el agua.
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Deja reposar: Tápala y deja reposar la infusión durante el tiempo adecuado. Este tiempo de reposo varía según la planta y la intensidad del sabor que desees. Por lo general se recomienda entre 5 y 10 minutos de reposo, siempre tapando parcialmente la boca de la olla o recipiente.
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Cuela y bebe: Una vez transcurrido el tiempo de reposo, cuela la infusión para separar las hojas o flores de la planta del líquido. En este punto la infusión se debe beber de inmediato, para evitar que se pierdan sus propiedades antioxidantes; porque mientras se va enfriando y va entrando en contacto con el oxígeno y con la luz, se van perdiendo estos compuestos.
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Limón al final: Mucha gente acostumbra a exprimir zumo de limón al té, pensando que en todo caso esto potenciará o mejorará el efecto de este; no siempre es así. De hecho, algunas moléculas terapéuticas son inestables en ambientes ácidos, y en estos casos no resulta conveniente bajar el pH del té añadiendo zumo de limón, porque puede afectar negativamente algunas de sus propiedades. Todo depende de la planta que se use y de lo que se quiera conseguir de ella.
Factores a considerar
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Tipo de planta: Cada planta tiene sus propias características y requiere un tratamiento específico.
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Parte de la planta utilizada: Las hojas, flores, tallo, raíces o corteza de una planta pueden tener diferentes propiedades y requerir diferentes tiempos de contacto con el agua caliente y diferentes temperaturas. Las partes más duras requieren de decocción, donde se deja hervir el agua con la parte en cuestión de la planta durante varios minutos.
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Intensidad del sabor deseado: Si deseas un sabor más intenso, busca dejar reposar la infusión durante 10 minutos.
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Bebe la infusión recién hecha: Las infusiones suelen perder sus propiedades con el tiempo, por lo que es recomendable beberlas lo antes posible.
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Moléculas hidrosolubles: Toma en cuenta que las moléculas que extraerás de las plantas con la infusión, y que por ende son las que consumirás, son las que se diluyen en agua. Para extraer moléculas liposolubles se usan otros métodos, como la maceración con aceites o etanol, y la destilación por arrastre de vapor.
Procurando ser breve y conciso en este artículo, con todo el cariño, Dionan Marval. ¡Saludos, y gracias por leer!