La lista que te proporciono a continuación está basada en mi experiencia con estas plantas, pero ninguna carece de evidencia científica; están bien respaldadas. Hay otras muchas plantas, desde luego, que tienen efectos antiinflamatorios similares o iguales y que bien pudieran entrar en un top 3 de plantas antiinflamatorias; pero estas son las que yo elijo como las mejores.
1. Neem (Azadirachta indica)
Efectividad antiinflamatoria: Alta, especialmente en inflamaciones sistémicas e infecciosas.
Compuestos principales: Limonoides (azadiractina), flavonoides (quercetina), terpenoides (nimbidina, nimbina).
Mecanismo de acción: Inhibe citoquinas inflamatorias (TNF-α, IL-6) y enzimas inflamatorias (COX-2, LOX). Además, es un potente antioxidante e inmunomodulador, regula la sobreproducción de óxido nítrico (NO).
Versatilidad: Útil en enfermedades infecciosas crónicas, inflamaciones articulares, enfermedades metabólicas, problemas gastrointestinales y afecciones de la piel como psoriasis y eczema. Los compuestos del neem, como los limonoides, terpenoides y flavonoides, son más solubles y tienen una mayor biodisponibilidad en tejidos periféricos que las dos plantas que la acompañan en este top 3, permitiendo efectos sistémicos más marcados. Porque el neem regula tanto la inflamación local como la sistémica a través de su efecto directo sobre citoquinas proinflamatorias e inmunidad innata.
Ventajas: Efecto integral o sistémico en inflamaciones crónicas y agudas. Puede usarse en diferentes formas: infusión, aceite prensado en frío, polvo, cápsulas, extractos.
Limitaciones: Es muy amargo (aunque para nada tóxico), lo que hace que muchos desistan de su consumo. Puede ser más difícil de dosificar de manera precisa. Se debe ser muy cuidadoso con las dosis y con el efecto hipoglucemiante de la infusión de sus hojas.
¿Por qué se gana el primer puesto para mí? Porque su efecto antiinflamatorio es sistémico y potente, y se absorbe bien. Porque son muy raras sus contraindicaciones y es bastante seguro. Porque no requiere de combinaciones con otras plantas para aumentar su eficacia, como sí ocurre con el segundo lugar de este top.
2. Cúrcuma (Curcuma longa)
Efectividad antiinflamatoria: Alta, especialmente en inflamaciones crónicas como la artritis, enfermedades metabólicas y afecciones cardiovasculares.
Compuestos principales: Curcuminoides (curcumina), aceites esenciales (ar-turmerona).
Mecanismo de acción: Potente inhibidor de citoquinas (TNF-α, IL-6), COX-2 y LOX, que bloquea directamente los procesos inflamatorios. Tiene una fuerte capacidad antioxidante que reduce el estrés oxidativo.
Versatilidad: Muy amplia, usada en enfermedades metabólicas, gastrointestinales, articulares, neurológicas e incluso para la recuperación muscular. Tiene una afinidad especial por el tracto gastrointestinal, donde reduce la inflamación asociada con la colitis ulcerosa, el síndrome del intestino irritable (SII) y la enfermedad de Crohn, porque modula la microbiota intestinal y disminuye la producción de citoquinas proinflamatorias (TNF-α e IL-1β) en el epitelio intestinal.
En el sistema cardiovascular, la cúrcuma reduce la inflamación de los vasos sanguíneos al inhibir la oxidación de lípidos y la formación de placas ateroscleróticas. También disminuye marcadores inflamatorios como la proteína C reactiva (PCR) en sangre. Aunque más limitado, la cúrcuma puede atravesar la barrera hematoencefálica y ejercer un efecto antiinflamatorio en el cerebro, ayudando en condiciones como Alzheimer o estrés oxidativo neuronal. Suele usarse cruda y en extractos, de donde los más eficaces son los que tienen fórmula liposomal.
Ventajas: Muy estudiada, dosis bien establecidas, efectos comprobados con pocos efectos secundarios, y de fácil acceso.
Limitaciones: Biodisponibilidad baja, es decir, prácticamente no se absorbe. Necesita combinaciones con piperina (de la pimienta negra) y grasas (aceite de oliva extravirgen) para potenciar su absorción. Como depende de estas cosas para su eficacia, no la pongo en el primer lugar, sino en el segundo. Su té no es antiinflamatorio, porque las moléculas antiinflamatorias son lipofílicas; por lo cual conviene mezclarla con grasas para prediluirla. Además, las fórmulas liposomales suelen ser más costosas que los productos de las otras dos plantas recomendadas en este artículo.
¿Por qué lo dejo en segundo lugar? Precisamente por lo descrito en las “limitaciones”.
3. Jengibre (Zingiber officinale)
Efectividad antiinflamatoria: Moderada a alta, especialmente en inflamaciones agudas (dolores musculares, menstruales, resfriados).
Compuestos principales: Gingeroles (6-gingerol), shogaoles.
Mecanismo de acción: Inhibición de COX-2 y LOX, reducción de prostaglandinas y leucotrienos. Modula las citoquinas inflamatorias.
Versatilidad: Amplia, pero más enfocada en inflamaciones de corto plazo (agudas), aunque el té puede ser más útil en algunas inflamaciones crónicas como osteoartritis o migrañas. Así que, si buscas un efecto antiinflamatorio integral, puedes combinar ambas formas: consumir un pequeño trozo de jengibre crudo antes de beber el té. Así obtienes lo mejor de ambos métodos.
Ventajas: De acción rápida, especialmente cuando se come crudo (aunque es muy picante), con efectos antiinflamatorios comparables a los del ibuprofeno. El jengibre fresco contiene gingeroles intactos, que son los compuestos principales responsables de su acción antiinflamatoria. Masticarlo o comerlo crudo permite que algunos compuestos se absorban directamente a través de la mucosa bucal, lo que puede acelerar su acción en casos de inflamación aguda.
Sin embargo, al calentar el jengibre, parte de los gingeroles se convierten en shogaoles, que tienen una acción antiinflamatoria más potente y duradera, siendo más eficaces en infecciones sistémicas. Por consiguiente, el té es mejor para tratar inflamaciones sistémicas-crónicas, como problemas gastrointestinales o respiratorios, y es más tolerable para quienes no gustan del sabor intenso del jengibre crudo, aunque tiene una acción más lenta en comparación con el jengibre crudo.
Limitaciones: Al ser bastante picante, muchos lo descartan como una opción plausible. Es menos eficaz que la cúrcuma y que el neem en inflamaciones crónicas; se necesitan cantidades relativamente altas para resultados prolongados.
¿Por qué le doy el tercer lugar? Porque es más eficaz para inflamaciones agudas que crónicas, porque su potencial antiinflamatorio general es menor que el de las otras dos plantas antes mencionadas, y porque requiere de cantidades relativamente altas para dejar notar su efecto.
Resumen
-
Neem: Gana por versatilidad y acción integral (antiinflamatoria, antioxidante e inmunomoduladora). Excelente para inflamaciones sistémicas o infecciosas crónicas. La cúrcuma y el jengibre no tienen una acción antimicrobiana tan destacada como el neem, que al atacar diversos tipos de infección también reduce la inflamación generalizada.
-
Cúrcuma: De acción menos sistémica que el neem, pero eficaz en inflamaciones crónicas, con amplio respaldo científico. Ideal para enfermedades articulares, metabólicas y sistémicas.
-
Jengibre: Ideal para inflamaciones agudas, con efectos más inmediatos pero menos profundos en inflamaciones crónicas.
Conclusión
Si el enfoque es tratar inflamaciones crónicas de origen diverso, el neem es el más adecuado. Si el objetivo es aliviar inflamaciones crónicas más focalizadas, como en las articulaciones, los vasos sanguíneos y el intestino, opta por la cúrcuma. Sin embargo, si el objetivo implica inflamaciones agudas y de rápida resolución, el jengibre resulta una opción clave.