Preparar una infusión es una práctica sencilla pero con algunos detalles importantes que pueden marcar la diferencia en el resultado. Te explicaré el proceso paso a paso, y te daré algunos datos adicionales sobre el tema. En este orden de ideas, la RAE define el término ‘infusión’ como “la acción de extraer de las sustancias orgánicas las partes solubles en agua, a una temperatura mayor que la del ambiente y menor que la del agua hirviendo”. La infusión es un método de extracción de moléculas terapéuticas de las plantas, y se usa especialmente para hojas y flores; para raíces, tallos, cortezas y semillas, se usa la decocción. El término infusión también se aplica al resultado de la extracción, o sea, al té; un té es una infusión.

 

Según el concepto supracitado, en una infusión el agua no se debe dejar hervir, es decir, no se puede dejar alcanzar los 100°C; sin embargo, esto no siempre tiene que ser así. A veces es conveniente dejar hervir el agua, si la hoja de la planta no es tan delicada, o es dura (como la del romero), o está fresca o entera. Pero no quiero dilatarme más en este escrito, pues de esto hablaremos más extensamente en otro artículo; así que pasemos al proceso de infusión como tal.

 

Pasos para preparar una infusión

  1. Selecciona el agua: Lo ideal es utilizar agua mineral o filtrada, ya que el agua del grifo puede contener cloro o otras sustancias que alteren el sabor de la infusión. La cantidad de agua para preparar un té para una sola persona suele ser de 200 a 250 ml.