Además, la vitamina D influye en la función mitocondrial, que es la responsable de producir energía en las células. Cuando hay niveles bajos de esta vitamina, las mitocondrias no funcionan de manera óptima, reduciendo la cantidad de energía disponible para el cuerpo. Esto puede manifestarse como fatiga crónica y dificultad para realizar tareas diarias.
Por otro lado, su deficiencia puede alterar los niveles de serotonina, un neurotransmisor relacionado con el estado de ánimo. Esto puede agravar los síntomas de fatiga al generar sensación de desgano y bajo estado anímico, condiciones que frecuentemente acompañan a la fatiga crónica. Un análisis de sangre es fundamental para diagnosticar y tratar esta deficiencia.
Infecciones por parásitos
Las infecciones parasitarias pueden causar fatiga crónica debido a la carga que representan para el sistema inmunológico y al agotamiento de nutrientes esenciales. Los parásitos consumen recursos del huésped y, en muchos casos, liberan toxinas que pueden interferir con procesos metabólicos clave. Esto genera un estado de inflamación crónica, que desvía energía hacia la defensa del organismo y deja menos disponible para funciones cotidianas, contribuyendo a la sensación de cansancio constante.
Algunas infecciones parasitarias comunes asociadas con fatiga crónica incluyen: