Es importante destacar que el uso prolongado de inhibidores de la bomba de protones, especialmente en dosis altas, puede aumentar el riesgo de fracturas de cadera, muñeca y columna vertebral. [76] Además, muchos pacientes quedan con cuadros depresivos o ansiosos después del tratamiento convencional contra la H. pylori. [77] ¿Por qué ocurre esto? Esto se debe a que los tratamientos convencionales para erradicar la H. pylori incluyen comúnmente antibióticos como amoxicilina, claritromicina o metronidazol, junto con inhibidores de la bomba de protones (IBP). [78]

Estos medicamentos alteran significativamente la microbiota intestinal, que juega un papel crucial en la salud mental a través del eje intestino-cerebro. [79] Una revisión publicada en Frontiers in Psychiatry (2020) destacó que los desequilibrios en la microbiota intestinal pueden afectar la producción de neurotransmisores como la serotonina y el ácido gamma-aminobutírico (GABA), asociados con la regulación emocional. [80]

Los antibióticos pueden disminuir la diversidad bacteriana, favoreciendo el crecimiento de bacterias oportunistas y alterando la comunicación bidireccional entre el intestino y el cerebro, lo que contribuye al desarrollo de ansiedad y depresión. [81] H. pylori afecta la secreción gástrica de serotonina al alterar la función de las células enterocromafines del estómago, que producen más del 90 % de la serotonina corporal. [82]

La erradicación de la bacteria con antibióticos pudiera restaurar parcialmente los niveles de serotonina; [83] sin embargo, la disbiosis inducida por los medicamentos podría reducir la biodisponibilidad de este neurotransmisor clave en el cerebro, aumentando el riesgo de síntomas depresivos. [84] Más allá de esto, algunos fármacos usados contra H. pylori están relacionados con síntomas neuropsiquiátricos. [85] Un ejemplo patente de estos es la Claritromicina, que asocia con efectos secundarios como irritabilidad, insomnio y confusión. [86] Un artículo en Journal of Clinical Psychopharmacology (2015) documentó que el uso prolongado de claritromicina puede causar ansiedad y depresión como reacciones adversas. [87]

Asimismo, el uso prolongado de Inhibidores de la bomba de protones (IBP), como el omeprazol y el esomeprazol, puede interferir con la absorción de nutrientes esenciales como el magnesio, la vitamina B12 y el zinc, necesarios para el buen funcionamiento del sistema nervioso, contribuyendo a problemas de salud mental. [88] También es sabido que H. pylori provoca inflamación sistémica crónica mediante la liberación de citocinas como IL-6 y TNF-α, que pueden afectar el cerebro. [89]

Aunque el tratamiento convencional puede reducir esta inflamación, el proceso inflamatorio residual puede contribuir a síntomas depresivos y ansiosos. [90] Un artículo en World Journal of Gastroenterology (2017) destacó que la inflamación inducida por H. pylori puede estar relacionada con trastornos depresivos a través de mecanismos neuroinflamatorios. [91] La suplementación con probióticos como Lactobacillus y Bifidobacterium durante y después del tratamiento puede minimizar la disbiosis intestinal y proteger la salud mental (Gut Microbes, 2021), [92] y asegurar la ingesta adecuada de vitamina B12, magnesio y ácidos grasos omega-3 puede mitigar los efectos adversos del tratamiento en la salud mental. [93]