Muchos probióticos producen sustancias antimicrobianas que limitan la proliferación de H. pylori; [201] otros compiten directamente con H. pylori por los sitios de adhesión en la mucosa gástrica. [202] Generalmente, los probióticos disminuyen la producción de citoquinas proinflamatorias en la mucosa gástrica, aliviando la inflamación y favorecen la producción de moco protector, lo que ayuda a reparar el revestimiento del estómago y protege contra daños adicionales. [203]
Otro efecto típico de estos es que promueven el equilibrio de microorganismos beneficiosos en el tracto gastrointestinal, mejorando la salud digestiva en general. [204] Los probióticos, como los que se encuentran en el chucrut, el kéfir, la kombucha, el yakult y el kimchi, también son una excelente opción, ya que pueden mejorar la digestión y fortalecer el sistema inmunitario, ayudando a combatir la H. pylori. [205]
En algunos casos es conveniente optar por los probióticos de farmacia, y en otros, en los que se toleran bien, por los naturales. [206] Esto digo porque los de farmacia vienen aislados, mientras que los que están en fuentes naturales vienen acompañados de toda una serie de compuestos nutrientes y no nutrientes, que pueden no ser convenientes para el paciente en un momento determinado. [207]
Además, todos los probióticos tienen el mismo efecto, ni todos pueden consumirlos; [208] hay contraindicaciones tanto para los naturales como para los de farmacia, como lo es SIBO. [209] Por ello es importante seleccionar las cepas específicas según la condición general del paciente, y elegir productos de alta calidad con cepas probadas científicamente. [210]