Beneficios

La respiración profunda y controlada, también conocida como respiración diafragmática o abdominal, implica la expansión del abdomen al inhalar y su contracción al exhalar, utilizando el diafragma de manera eficiente. Esta práctica, en contraste con la respiración superficial que solemos realizar cuando estamos estresados física o emocionalmente, ofrece una serie de beneficios:  

  • Reduce el estrés y la ansiedad: La respiración profunda activa el brazo parasimpático del sistema nervioso, responsable de la respuesta de descanso y digestión. Esto contrarresta los efectos del brazo simpático, que se activa en situaciones de estrés y provoca la liberación de hormonas como el cortisol y la adrenalina [1]. Al reducir la actividad del sistema simpático, la respiración profunda disminuye la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la tensión muscular, promoviendo la relajación y la calma [2].

  • Mejora la oxigenación del cuerpo: Al utilizar la capacidad pulmonar de manera más completa, la respiración profunda aumenta la cantidad de oxígeno que llega a la sangre y a los órganos [3]. Esto mejora la función celular, la energía y la vitalidad.  

  • Favorece el sueño: La respiración profunda antes de dormir ayuda a relajar el cuerpo y la mente, induciendo un estado de calma propicio para el descanso [4]. Al reducir la ansiedad y promover la relajación, facilita la conciliación del sueño y mejora su calidad.  

  • Fortalece el sistema inmunitario: Al reducir el estrés y mejorar la oxigenación, la respiración profunda contribuye a un sistema inmunitario más fuerte [5]. El estrés crónico debilita las defensas del organismo, mientras que la relajación y la buena oxigenación favorecen su funcionamiento óptimo.