Imagina que tu intestino es una autopista. El calcio y el magnesio quieren correr por ella, pero solo hay un número limitado de vehículos (transportadores) que los transportan. Estos vehículos son proteínas especiales que se encargan de llevar a los minerales desde el interior de tu intestino hacia tu sangre, donde pueden realizar sus funciones.

El problema es que tanto el calcio como el magnesio usan, en parte, los mismos porteros. Si hay mucho calcio en la autopista (es decir, en tu intestino), este acapara a la mayoría de los vehículos, dejando al magnesio en espera. Esto significa que menos magnesio logra atravesar la autopista.

Esta competencia por los transportadores está bien documentada. Un estudio temprano en The American Journal of Clinical Nutrition encontró que altas dosis de calcio suplementario reducían significativamente la absorción de magnesio en mujeres postmenopáusicas [1]. Más recientemente, investigaciones han confirmado que este efecto se observa incluso con ingestas moderadas de calcio, especialmente cuando la proporción de calcio a magnesio es alta [2].


La correcta proporción

Entonces, ¿significa esto que debes evitar el calcio para que tu cuerpo pueda absorber magnesio? ¡De ninguna manera! Ambos minerales son cruciales. La clave está en encontrar el equilibrio, como en una buena receta.