El azul de metileno también puede actuar como inhibidor de la monoaminooxidasa (MAO), lo que lleva a un aumento de los niveles de neurotransmisores como la serotonina, la norepinefrina y la acetilcolina [3, 8]. Además, puede estimular los niveles de cGMP, una molécula crucial para la comunicación, el aprendizaje y la memoria de las células cerebrales [17].
El consumo de azul de metileno se ha asociado con varios efectos y beneficios respaldados por estudios científicos. Se ha demostrado que mejora la función cognitiva y la memoria [7, 9, 22]. Investigaciones en roedores y humanos sugieren efectos positivos en tareas relacionadas con la memoria, la atención y la velocidad motora [3, 7, 22]. También se ha investigado su potencial neuroprotector contra enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson, donde ayuda a estabilizar las proteínas amiloides y protege las neuronas del daño [2, 7, 19]. Además, exhibe propiedades antimicrobianas contra una variedad de patógenos, incluyendo bacterias, hongos, parásitos y virus [5, 10, 24].
Históricamente, ha sido eficaz contra la malaria [3, 5]. Sus efectos antioxidantes contribuyen a la reducción del estrés oxidativo, que está implicado en el envejecimiento y muchas enfermedades crónicas [7, 9]. Además, se ha sugerido que apoya el estado de ánimo y la salud mental, posiblemente debido a sus efectos estabilizadores del ánimo y su capacidad para aumentar los niveles de serotonina [3, 7]. Al mejorar la función mitocondrial, el azul de metileno puede aumentar la producción de energía y reducir la fatiga [3, 7]. También se ha observado que favorece la cicatrización de heridas mediante terapia fotodinámica [10, 24] y muestra posibles beneficios en la terapia contra el cáncer [5, 24]. Además, puede mejorar la circulación y reducir la inflamación [7].
Diversas enfermedades y condiciones médicas pueden ser tratadas o mejoradas con el uso de azul de metileno. Su uso está aprobado para el tratamiento de la metahemoglobinemia [1, 12]. También se ha investigado su potencial en el tratamiento de la encefalopatía inducida por ifosfamida [10, 12] y la vasoplejía para mejorar la hipotensión [10, 12]. Existe una investigación en curso sobre su potencial en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson [7, 19].
Otras aplicaciones investigadas incluyen infecciones del tracto urinario [1, 4], esofagitis de Barrett [24], psoriasis en placas [24], cirugía tiroidea/paratiroidea [24], quimioterapia contra el cáncer (PDT) [24], disfunción olfativa y déficits motores en modelos de Parkinson, COVID-19 (investigación preliminar) [12] y mucositis inducida por quimioterapia y radiación [10].