La conexión entre la inflamación crónica y la depresión resalta la importancia de abordar los trastornos mentales desde una perspectiva integral, que considere no solo factores psicológicos, sino también biológicos. Al entender cómo los procesos inflamatorios afectan el cerebro y el estado de ánimo, se abren nuevas oportunidades para prevenir y tratar estos trastornos. La clave radica en adoptar un enfoque que integre la nutrición, uso de plantas medicinales, el ejercicio físico y el manejo del estrés.