La neuroinflamación resultante puede dañar las neuronas y alterar las conexiones sinápticas, afectando negativamente la plasticidad cerebral y los circuitos relacionados con el estado de ánimo.


3. Disminución de la serotonina: La inflamación crónica puede interferir en la producción de serotonina, un neurotransmisor clave para la regulación del estado de ánimo. Esto ocurre a través de la activación de la vía de la quinurenina, un proceso metabólico en el que el triptófano, el precursor de la serotonina, es desviado hacia la producción de metabolitos neurotóxicos.


4. Alteración del eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA): El estrés crónico asociado con la inflamación desregula el eje HPA, causando una liberación excesiva de cortisol. Aunque el cortisol inicialmente tiene propiedades antiinflamatorias, su sobreproducción crónica puede:

  • Provocar resistencia a los glucocorticoides.