El rol protector de la microbiota intestinal con respecto al glutatión tiene varias vías de acción. Algunas cepas bacterianas contribuyen de manera directa o indirecta a la disponibilidad de aminoácidos azufrados, particularmente la cisteína [48], mientras otras pueden ejercer un efecto antioxidante que reduce la carga de radicales libres en el colon [49]. De esta forma, la modulación de la microbiota a través de la dieta y la suplementación con probióticos ofrece una vía valiosa para potenciar la producción y mantenimiento de este tripéptido en el organismo.
El consumo de probióticos, especialmente cepas de Lactobacillus y Bifidobacterium, puede favorecer la estabilidad de la barrera intestinal y mejorar el perfil de metabolitos [50,51]. Entre las especies más investigadas destacan Lactobacillus rhamnosus GG, reconocida por su capacidad de modular la respuesta inmune y reducir biomarcadores inflamatorios [52]; Lactobacillus plantarum, asociada con la producción de sustancias antimicrobianas y la mejora en la absorción de nutrientes [53]; y Bifidobacterium longum, vinculada con la protección de la mucosa y la modulación del sistema inmunitario [54].
Además de incluir estos probióticos, es recomendable fomentar el consumo de prebióticos (fibras solubles e insolubles que sirven de sustrato para las bacterias benéficas). La ingesta de frutas, verduras y cereales integrales contribuye a la regulación del pH y propicia un entorno favorable para la flora intestinal, disminuyendo así el consumo excesivo de glutatión y ayudando a mantener sus niveles [55,56,57]. El efecto sinérgico entre probióticos y prebióticos puede traducirse en un aumento de las reservas de glutatión, reforzando la respuesta antioxidante global.
En Protocolos CANA, hemos observado que la suplementación con probióticos específicos, combinada con una dieta equilibrada, puede ayudar a normalizar los índices de inflamación y estrés oxidativo, creando un entorno propicio para la síntesis de GSH. No obstante, la elección de la cepa adecuada y la dosis varía según las necesidades individuales, por lo que se aconseja la orientación de un profesional de la salud para lograr resultados óptimos [58]. Mantener una microbiota sana y diversa es, en definitiva, un pilar esencial dentro de un enfoque integrativo que busca salvaguardar los niveles de glutatión y la salud global del individuo.
CONCLUSIÓN