Durante un ejercicio intenso los músculos consumen glucosa almacenada en forma de glucógeno para obtener energía. Esto puede llevar a un agotamiento rápido de estas reservas [22]. Una vez que se agota el glucógeno, especialmente si el ejercicio es prolongado o realizado repetidamente, el cuerpo comienza a descomponer ácidos grasos almacenados para obtener energía [23]. Al descomponer las grasas esos ácidos grasos son transportados al hígado donde se convierten en cuerpos cetónicos. Un aumento significativo en la actividad física intensa puede elevar esta conversión [24]. Con entrenamientos regulares y una dieta adecuada (baja en carbohidratos) el cuerpo se adapta a utilizar más eficientemente las grasas y los cuerpos cetónicos como fuente principal de energía durante y después del ejercicio [25].
Por lo tanto, si se realizan ejercicios intensos con frecuencia —especialmente si son combinados con una ingesta baja de carbohidratos— es posible entrar en cetosis incluso durante o inmediatamente después del entrenamiento [26].
2. Ayunos intermitentes
Los ayunos intermitentes prácticamente se han vuelto tendencia en las últimas décadas, aunque realmente el ayuno como terapia para la salud física y mental tiene milenios de ser practicado, solo que ahora sus beneficios son más ampliamente conocidos [27]. Entiéndase por “ayuno”, querido lector, al hecho de permanecer sin ingerir nada sólido durante un tiempo determinado, ingiriendo solo agua; aunque para incrementar el potencial terapéutico de los ayunos, es preferible hacerlos sin tan siquiera ingerir líquidos. Pero entendemos que, por el motivo que sea, no todos pueden llevar a cabo esta práctica.
Ahora bien, hay tres procesos benéficos que ocurren durante los ayunos, especialmente durante los que exceden las 18-20 horas y se hacen solo con agua y/o café sin azúcar. Son los que siguen: