Dieta rica en sustratos microbianos, es decir, distintas fibras dietéticas, como los betaglucanos, la inulina y los fructooligosacáridos, y en polifenoles, ácidos grasos omega-3 y glucosinolatos, a fin de regular la microbiota intestinal e incrementar la producción de ácidos grasos de cadena corta, la producción de proteínas de unión estrecha, y el número de bacterias productoras de ácidos grasos de cadena corta, todos estos factores determinantes para mantener íntegra la función de la barrera intestinal.
Consumo de probióticos de fuentes naturales como el chucrut, el kéfir y el yakult, y en algunos casos, de probióticos de farmacia.
Razón: Si bien es cierto que los probióticos que tomamos, naturales o de farmacia, no se quedan viviendo en nuestro tracto digestivo, estas bacterias producen excelentes efectos para todo el cuerpo, mediante la interacción con las bacterias ya instauradas en nuestro intestino, y mediante la regulación de los distintos sistema biológicos de nuestro cuerpo, como el sistema inmunológico, el sistema nervioso y el sistema endocrino.
Dejamos este proceso para el final del protocolo porque en la mayoría de los casos no es conveniente tomar probióticos sin antes mejorar el entorno intestinal y eliminar cualquier sobrecrecimiento de bacterias. Si una persona no está en la condición de tomar probióticos, y lo hace, suscitará más inflamación y agravará los síntomas o malestares de su condición médica. Y no solo se trata de tomar probióticos, sino especialmente de tomar los indicados; porque no todos son iguales, y no todos son convenientes en todos los casos.
Aclaraciones finales