Pega”, sella y abre el pecho

En muchas tradiciones antiguas (Medio Oriente, Mediterráneo y América), las sustancias pegajosas, aromáticas y ambarinas, como el incienso, la mirra y los bálsamos de pino, se usaban para purificar el aire, abrir el pecho y cicatrizar. Su explicación moderna apunta a resinas y terpenos con acción antiséptica, antiinflamatoria, expectorante y cicatrizante. Son típicas para vaporizaciones, ungüentos y fricciones torácicas. Entre ellas destacan el incienso, la mirra, el pino, el abeto, el abeto rojo/pícea, la copaiba, el benjuí, el bálsamo del Perú/Tolú, el mastic/lentisco y el lárix/trementina. Sus usos típicos son en congestión bronquial fría, tos con moco espeso, heridas superficiales (uso externo), rozaduras y molestias articulares leves (fricciones). Téngase precaución si hay piel muy sensible o dañada (pueden irritar), asma en personas reactivas a vapores, embarazo o lactancia, y en niños pequeños; evítese ingerir resinas crudas y usar aceites esenciales sin diluir.


12) Flor aromática

Sedante que “afloja” el nervio y suelta el espasmo

Desde los herbolarios medievales hasta la farmacopea popular latinoamericana, las flores aromáticas de sabor suave se han usado para calmar la mente, el corazón inquieto y el intestino nervioso. Hoy se entiende por flavonoides y terpenos que modulan GABA y el tono vagal, con efecto ansiolítico, hipno–sedante suave y antiespasmódico; además, muchas relajan la musculatura lisa digestiva y respiratoria. Ejemplos idóneos: lavanda, tilo/tila, pasiflora, manzanilla, melisa/toronjil, azahar/neroli, amapola de California, valeriana, lúpulo y espino blanco; típicamente usados en ansiedad leve, insomnio ocasional, palpitaciones funcionales, bruxismo, cefalea tensional y espasmos digestivos por nervios. Se debe tener especial precaución en combinar con sedantes o alcohol, en embarazo y lactancia, en depresión mayor, en hipotensión, y en trastornos hormonodependientes.