Finalmente, en la Península Arábiga y otras regiones del Medio Oriente, la canela se añadía a mezclas de especias (como el baharat) para potenciar sus efectos conservantes y realzar el sabor de guisos y platillos con carne [3]. De hecho, el efecto antimicrobiano de la canela facilitaba la preservación de alimentos en climas cálidos y húmedos, una ventaja estratégica en épocas donde la refrigeración no existía. Estas culturas valoraron tanto su acción terapéutica como su poder para transformar por completo el perfil organoléptico de las preparaciones culinarias [2].


COMPOSICIÓN Y PRINCIPIOS ACTIVOS

Las propiedades curativas y culinarias de la canela radican en su compleja composición química, que incluye tanto compuestos fenólicos como aceites esenciales. Entre ellos destacan [1][6]:

  1. Cinamaldehído (aldehído cinámico): Constituye alrededor del 60-70% del aceite esencial de la canela, responsable de su olor y sabor característicos.

  2. Eugenol: Compuesto aromático que brinda un matiz dulce y propiedades analgésicas y antisépticas.