Por Dionan Marval
En nuestra era digital, pasamos una cantidad de tiempo sin precedentes frente a pantallas. Ya sea por trabajo, estudio o entretenimiento, nuestros ojos están sometidos a un esfuerzo constante. Esta sobrecarga visual, comúnmente conocida como fatiga ocular o astenopia, es a menudo descartada como una molestia menor y temporal. Sin embargo, la evidencia científica emergente sugiere que sus efectos pueden trascender la simple incomodidad ocular, llegando a impactar profundamente nuestro sistema nervioso y contribuyendo a estados de ansiedad y nerviosismo.
Este artículo explora en profundidad la intrincada relación entre la salud de nuestros ojos y nuestro bienestar mental. Analizaremos los mecanismos fisiológicos que conectan la fatiga ocular con el sistema nervioso, desglosaremos sus causas y síntomas, presentaremos métodos naturales para el tratamiento de esta afección, y ofreceremos una perspectiva integral sobre cómo el cuidado de nuestra visión es, en esencia, una forma de cuidar nuestra salud neurológica y emocional.
¿Qué es?
La fatiga visual, también denominada astenopía, es un trastorno funcional caracterizado por el agotamiento de los músculos oculares y del sistema visual en general, originado principalmente por un esfuerzo prolongado en tareas que demandan fijación y concentración visual —como la lectura, el uso de pantallas digitales o la conducción—; se manifiesta a través de síntomas como visión borrosa, dificultad para enfocar, sensación de ardor, pesadez palpebral, cefaleas y, en ocasiones, alteraciones en la postura y el rendimiento cognitivo. Este fenómeno no solo refleja un cansancio ocular pasajero, sino que implica un desajuste entre la capacidad de adaptación del ojo (acomodación y convergencia) y las exigencias visuales impuestas, lo cual, si no se corrige, puede derivar en una merma significativa del confort visual, de la productividad laboral y de la calidad de vida.