Por Dionan Marval
En nuestra era digital, pasamos una cantidad de tiempo sin precedentes frente a pantallas. Ya sea por trabajo, estudio o entretenimiento, nuestros ojos están sometidos a un esfuerzo constante. Esta sobrecarga visual, comúnmente conocida como fatiga ocular o astenopia, es a menudo descartada como una molestia menor y temporal. Sin embargo, la evidencia científica emergente sugiere que sus efectos pueden trascender la simple incomodidad ocular, llegando a impactar profundamente nuestro sistema nervioso y contribuyendo a estados de ansiedad y nerviosismo.
Este artículo explora en profundidad la intrincada relación entre la salud de nuestros ojos y nuestro bienestar mental. Analizaremos los mecanismos fisiológicos que conectan la fatiga ocular con el sistema nervioso, desglosaremos sus causas y síntomas, presentaremos métodos naturales para el tratamiento de esta afección, y ofreceremos una perspectiva integral sobre cómo el cuidado de nuestra visión es, en esencia, una forma de cuidar nuestra salud neurológica y emocional.
¿Qué es?
La fatiga visual, también denominada astenopía, es un trastorno funcional caracterizado por el agotamiento de los músculos oculares y del sistema visual en general, originado principalmente por un esfuerzo prolongado en tareas que demandan fijación y concentración visual —como la lectura, el uso de pantallas digitales o la conducción—; se manifiesta a través de síntomas como visión borrosa, dificultad para enfocar, sensación de ardor, pesadez palpebral, cefaleas y, en ocasiones, alteraciones en la postura y el rendimiento cognitivo. Este fenómeno no solo refleja un cansancio ocular pasajero, sino que implica un desajuste entre la capacidad de adaptación del ojo (acomodación y convergencia) y las exigencias visuales impuestas, lo cual, si no se corrige, puede derivar en una merma significativa del confort visual, de la productividad laboral y de la calidad de vida.
Las causas
Las causas de la fatiga ocular son variadas y, a menudo, multifactoriales, estando ligadas principalmente a nuestros hábitos y entorno [1]:
Uso extensivo de dispositivos digitales: Esta es la causa más común en la actualidad, a menudo denominada “Síndrome Visual Informático”. Las pantallas (ordenadores, tabletas, teléfonos) emiten luz azul, que puede suprimir la producción de melatonina y alterar los ritmos circadianos. Además, al mirar una pantalla, tendemos a parpadear con menos frecuencia, lo que reseca la superficie ocular.
Exposición a iluminación inadecuada: Tanto la luz demasiado brillante (deslumbramiento) como la demasiado tenue obligan a los músculos oculares a trabajar más para enfocar correctamente.
Períodos prolongados de concentración visual: Actividades como leer durante mucho tiempo, conducir largas distancias o trabajar con piezas pequeñas requieren un enfoque sostenido que agota los músculos ciliares, responsables de la acomodación del cristalino.
Problemas de visión no corregidos: Los defectos refractivos como la miopía, la hipermetropía o el astigmatismo, si no se corrigen adecuadamente con gafas o lentes de contacto, fuerzan al sistema visual a un sobreesfuerzo constante para intentar obtener una imagen nítida.
Ambientes secos: El aire acondicionado, la calefacción o los climas ventosos pueden acelerar la evaporación de la lágrima, provocando sequedad e irritación ocular.
Síntomas
Los síntomas de la fatiga ocular no se limitan a los ojos. Si bien los más directos y reconocibles son locales, su efecto puede irradiarse y manifestarse de formas más sistémicas.
Síntomas oculares directos:
Ojos cansados, doloridos o con sensación de pesadez.
Picazón o ardor.
Ojos llorosos o, por el contrario, secos.
Visión borrosa o doble.
Aumento de la sensibilidad a la luz (fotofobia).
Dificultad para enfocar.
Síntomas sistémicos y neurológicos asociados:
Dolor de cabeza: Típicamente tensional, localizado en la frente, las sienes o la nuca.
Dolor de cuello, hombros o espalda: A menudo causado por una mala postura adoptada para compensar problemas de visión o reflejos en la pantalla.
Sensación de mareo o vértigo.
Dificultad para concentrarse.
Estos síntomas sistémicos son la primera pista de que la fatiga ocular no es un problema aislado, sino uno que ya está interactuando con nuestro sistema nervioso.
Conexión entre los ojos y el sistema nervioso
La conexión entre la fatiga ocular y el sistema nervioso no es metafórica, sino profundamente fisiológica. Ocurre a través de una compleja red de nervios y procesos cerebrales que son esenciales para la visión.
1. La sobrecarga del nervio trigémino
El nervio trigémino (V par craneal) es uno de los actores principales en esta relación. Es un nervio masivo con tres ramas principales que proporcionan la mayor parte de la sensibilidad a la cara, incluyendo los ojos, la frente y el cuero cabelludo. Cuando los ojos están sometidos a un esfuerzo constante, los músculos ciliares y extraoculares se tensan. Esta tensión y la irritación de la superficie ocular (por sequedad) envían una avalancha de señales de dolor y molestia a través de las fibras del nervio trigémino hacia el tronco del encéfalo [2].
Esta sobreestimulación del trigémino es la responsable directa de los dolores de cabeza tensionales y de la sensación de dolor que puede irradiarse a la frente y las sienes. Es un mecanismo similar al que ocurre en algunas migrañas, donde la activación del sistema trigeminovascular juega un papel central.
2. El desequilibrio del sistema nervioso autónomo
El Sistema Nervioso Autónomo regula todas las funciones corporales involuntarias, como la frecuencia cardíaca, la digestión y la presión arterial. Se divide en dos ramas principales:
Sistema nervioso simpático: La respuesta de “lucha o huida”. Nos prepara para la acción, aumentando la frecuencia cardíaca, la presión arterial y el estado de alerta.
Sistema nervioso parasimpático: La respuesta de “descanso y digestión”. Nos ayuda a relajarnos y conservar energía.
La visión está intrínsecamente ligada al SNA. Por ejemplo, el sistema parasimpático controla la contracción de la pupila y la acomodación del cristalino para el enfoque cercano. El esfuerzo visual prolongado, especialmente en pantallas, genera un estado de hipervigilancia y alerta sostenida. El cerebro interpreta esta actividad intensa y constante como una señal de que debe mantenerse en un estado de alerta.
Esta situación conduce a un desequilibrio del SNA: una hiperactividad del sistema simpático y una hipoactividad del parasimpático [3]. El cuerpo entra en un modo de "lucha o huida" de bajo grado pero crónico. La fatiga ocular actúa como un estresor fisiológico constante que mantiene al sistema simpático “encendido”.
Mecanismo
Es precisamente este desequilibrio en el Sistema Nervioso Autónomo el que sienta las bases para el desarrollo de la ansiedad y el nerviosismo. La conexión se puede desglosar en los siguientes pasos:
Estímulo inicial: El esfuerzo visual prolongado (pantallas, mala iluminación, etc.) causa tensión en los músculos oculares e irritación en la superficie del ojo.
Señal de alarma neurológica: Esta tensión activa las fibras del nervio trigémino, enviando señales de malestar al cerebro. Simultáneamente, el cerebro interpreta la necesidad de enfoque constante como una señal para mantenerse alerta.
Activación simpática: El cerebro responde activando el sistema nervioso simpático. Se liberan neurotransmisores y hormonas del estrés como la adrenalina y el cortisol.
Manifestaciones físicas de la ansiedad: Esta activación simpática crónica produce los síntomas físicos que comúnmente asociamos con la ansiedad:
Aumento de la frecuencia cardíaca (palpitaciones).
Respiración superficial y rápida.
Tensión muscular generalizada (no solo en los ojos, sino también en cuello y hombros).
Sensación de “nudo” en el estómago.
Sudoración.
Bucle de retroalimentación psicológica: El cerebro percibe estas sensaciones corporales. Si no se identifica la causa raíz (la fatiga ocular), la mente puede interpretar estos síntomas como una señal de peligro o amenaza real, generando pensamientos ansiosos y preocupación. Esto crea un círculo vicioso: la fatiga ocular causa síntomas físicos de ansiedad, y la ansiedad aumenta la sensibilidad al dolor y la tensión, empeorando la fatiga ocular [4].
Este estado de hiperactivación simpática sostenida no solo es agotador, sino que también dificulta la capacidad del cuerpo para volver a un estado de calma, haciendo que la persona se sienta constantemente “en el borde”, nerviosa o irritable sin una razón aparente.
Prácticas y terapias conductuales
Afortunadamente, la conexión entre la fatiga ocular y la ansiedad no es una sentencia ineludible. Al ser una condición fuertemente ligada a nuestros hábitos y estado fisiológico, disponemos de un amplio abanico de estrategias para prevenirla, mitigarla e incluso revertir sus efectos. Estas intervenciones van desde sencillos cambios conductuales hasta el apoyo nutricional y botánico, todas ellas orientadas a un doble objetivo: reducir la carga sobre el sistema visual y reequilibrar el sistema nervioso autónomo.
Pasemos, pues, a hablar resumidamente de las prácticas, terapias y sustancias naturales que cuentan con respaldo científico para mejorar esta condición. Estas son las intervenciones de primera línea, ya que abordan directamente las causas fundamentales de la fatiga ocular.
1. La regla 20-20-20: Un microdescanso fisiológico
Esta es la recomendación más difundida y efectiva para combatir la fatiga visual digital. La regla es simple: cada 20 minutos de trabajo frente a una pantalla, aparta la vista y enfoca un objeto que se encuentre a unos 20 pies (aproximadamente 6 metros) de distancia, durante al menos 20 segundos [5].
Al mirar una pantalla, nuestros músculos ciliares están en un estado de contracción constante para mantener el enfoque cercano. Mirar a lo lejos permite que estos músculos se relajen por completo, rompiendo el ciclo de tensión. Este simple acto previene el espasmo ciliar (un “calambre” del músculo de enfoque) que es una de las principales causas de dolor ocular y dolores de cabeza. Además, este descanso consciente interrumpe el estado de hipervigilancia, enviando una señal de calma al sistema nervioso simpático.
2. Terapia de parpadeo consciente (blinking exercises)
Cuando nos concentramos en una pantalla, nuestra frecuencia de parpadeo puede disminuir hasta en un 60% [6]. El parpadeo es crucial porque distribuye la película lagrimal sobre la córnea, manteniéndola lubricada, nutrida y protegida. Varias veces al día, realiza este ejercicio simple: cierra los ojos con suavidad, como si te fueras a dormir, mantenlos cerrados durante 2 segundos y luego ábrelos. Repite esto 10 veces. Este ejercicio ayuda a reestablecer el hábito de parpadeo completo y regular, combatiendo eficazmente el ojo seco, uno de los mayores irritantes que activan el nervio trigémino.
3. Ergonomía visual y ambiental
Modificar tu entorno de trabajo es fundamental para reducir la carga visual. El centro de la pantalla debe estar entre 15 y 20 grados por debajo del nivel de tus ojos y a una distancia de 50 a 70 centímetros. Esto permite una posición más natural del cuello y que los párpados cubran una mayor parte del globo ocular, reduciendo la evaporación de la lágrima [7]. Evita que la luz de ventanas o lámparas incida directamente sobre tus ojos o la pantalla. Usa filtros de pantalla antirreflejos si es necesario. La iluminación ambiental debe ser moderada; trabajar en una habitación oscura con una pantalla muy brillante es una de las peores prácticas para tus ojos.
4. Palpado ocular
Esta técnica, popularizada en métodos de reeducación visual como el Método Bates, busca relajar profundamente los ojos y la mente. Frota las palmas de tus manos para generar calor. Cierra los ojos y cúbrelos suavemente con las palmas ahuecadas, sin aplicar presión sobre los globos oculares. Los dedos deben quedar sobre la frente. Respira profundamente y concéntrate en la oscuridad total durante 1-2 minutos. La combinación de calor suave, oscuridad y la exclusión de estímulos visuales ayuda a relajar los músculos extraoculares y el músculo ciliar. Este estado de “apagón” sensorial induce una respuesta parasimpática (“descanso y digestión”), contrarrestando directamente la hiperactividad simpática causada por el estrés visual [8].
Nutrientes esenciales para la salud ocular y nerviosa
Una nutrición adecuada proporciona los bloques de construcción necesarios para proteger las delicadas estructuras del ojo y mantener un sistema nervioso saludable.
1. Ácidos grasos omega-3 (EPA y DHA)
Estos ácidos grasos poliinsaturados son cruciales para la salud ocular, especialmente para combatir el ojo seco. El Omega-3 tiene potentes propiedades antiinflamatorias. Ayuda a mejorar la función de las glándulas de Meibomio, unas pequeñas glándulas en los párpados que secretan la capa lipídica de la lágrima, evitando que esta se evapore rápidamente. Una película lagrimal estable reduce drásticamente la irritación y la sequedad [9]. El DHA, además, es un componente estructural vital de la retina.
Fuentes y dosis: Pescados grasos (salmón, sardinas, caballa), semillas de chía, semillas de lino y nueces. La suplementación con Omega-3 (combinando EPA y DHA) ha demostrado ser efectiva en estudios clínicos, con dosis que a menudo rondan los 1000-2000 mg al día.
2. Carotenoides: Luteína y zeaxantina
Estos dos pigmentos son conocidos como los “filtros solares internos” del ojo. La luteína y la zeaxantina se acumulan en altas concentraciones en la mácula, la parte central de la retina responsable de la visión detallada. Actúan como un filtro natural para la luz azul de alta energía emitida por el sol y las pantallas digitales, protegiendo a los fotorreceptores del daño oxidativo. Al reducir el estrés lumínico, disminuyen la fatiga visual [10].
Fuentes y dosis: Vegetales de hoja verde oscuro (espinacas, col rizada, acelgas), brócoli, maíz, yemas de huevo. Los estudios sugieren beneficios con una ingesta de 10 mg de luteína y 2 mg de zeaxantina al día.
3. Vitaminas antioxidantes (C y E) y zinc
Este trío forma un potente equipo de defensa contra el estrés oxidativo, un factor subyacente en el envejecimiento ocular y la fatiga. El ojo, especialmente la retina, es un tejido con una actividad metabólica muy alta, lo que genera muchos radicales libres. La Vitamina C (hidrosoluble) y la Vitamina E (liposoluble) neutralizan estos radicales libres en diferentes compartimentos del ojo. El Zinc es un mineral esencial que actúa como cofactor para numerosas enzimas antioxidantes y es crucial para transportar la vitamina A (otro nutriente vital para la visión) desde el hígado hasta la retina [11]. El famoso estudio AREDS (Age-Related Eye Disease Study) validó la eficacia de esta combinación para la salud macular.
Fuentes: Vitamina C: Cítricos, pimientos rojos, kiwis. Vitamina E: Almendras, semillas de girasol, aguacates. Zinc: Hígado de res, carne roja, legumbre, semillas de calabaza.
Sustancias y plantas naturales útiles
Ciertas plantas medicinales han sido estudiadas por sus efectos protectores sobre el sistema vascular y nervioso del ojo. Éstas pueden ser una opción natural para aliviar directamente los síntomas del ojo seco y la fatiga visual. A continuación, te presento algunas plantas e infusiones que se han utilizado tradicionalmente para aliviar el ojo seco y la fatiga visual, junto con la forma de aplicación más común:
1. Extracto de mirtilo (Bilberry, Vaccinium myrtillus):
El mirtilo es un fruto rico en un tipo de flavonoides llamados antocianinas. Éstas son potentes antioxidantes que tienen una afinidad especial por los tejidos de la retina. Se ha demostrado que mejoran la microcirculación en los capilares oculares, lo que facilita la entrega de oxígeno y nutrientes. También ayudan a la regeneración de la rodopsina, el pigmento visual necesario para la visión nocturna y la adaptación a diferentes niveles de luz. Estudios en humanos han sugerido que el extracto de mirtilo puede reducir los síntomas subjetivos de la fatiga ocular, como el cansancio y la visión borrosa [12]. Generalmente se utiliza en forma de extracto estandarizado.
2. Ginkgo Biloba:
Conocido por sus efectos sobre la memoria y la circulación cerebral, el Ginkgo Biloba también tiene aplicaciones en la salud ocular. De hecho, mejora el flujo sanguíneo en todo el cuerpo, incluyendo los finos vasos que irrigan el nervio óptico y la retina. Esta mejora en la perfusión puede ayudar a aliviar la fatiga al optimizar la función celular. Además, sus flavonoides y terpenoides tienen efectos neuroprotectores y antioxidantes, que podrían proteger a las células nerviosas del ojo del estrés metabólico [13]. Pero el Ginkgo Biloba puede interactuar con medicamentos anticoagulantes, por lo que es importante tener sumo cuidado si se está tomando este tipo de fármaco y consultar con tu médico.
3. Manzanilla (Chamaemelum nobile)
La manzanilla es una de las plantas más conocidas para el cuidado de los ojos debido a sus propiedades antiinflamatorias, antisépticas y calmantes. Puedes preparar una infusión de manzanilla (con bolsitas de té o flores secas), déjala enfriar completamente y empapa unas gasas o discos de algodón estériles. Colócalos sobre los párpados cerrados durante 10-20 minutos. Es muy importante asegurarse de que la infusión esté completamente fría para evitar quemaduras y de que la solución sea lo más estéril posible para no causar una infección.
4. Eufrasia (Euphrasia officinalis)
Su nombre en inglés, “eyebright” (ojo brillante), ya sugiere sus beneficios. Se ha utilizado tradicionalmente para aliviar la fatiga ocular, la sequedad, el picor y la irritación. Tiene propiedades antiinflamatorias y antisépticas. Se puede encontrar en forma de colirios o productos oftálmicos preparados. También se puede preparar una infusión con la planta seca, enfriarla y usarla para lavados oculares o compresas, siguiendo las mismas precauciones de esterilización que con la manzanilla.
3. Aciano (Centaurea cyanus)
El agua de aciano es conocida por sus efectos para fortalecer la vista y aliviar la irritación ocular. Fomenta la circulación capilar del ojo, lo que ayuda a mitigar la fatiga visual. Se puede tomar en infusión o, más comúnmente, aplicar de forma tópica en compresas.
4. Té verde y té negro
Estos tés son ricos en antioxidantes que pueden proteger los ojos de los efectos nocivos de los radicales libres y reducir la inflamación. Una vez que se han utilizado las bolsitas de té, se pueden enfriar en la nevera y colocarlas sobre los párpados cerrados durante unos 15 minutos para ayudar a hidratar la zona y calmar la irritación.
Otros remedios y consejos:
Pepino: Las rodajas de pepino frías sobre los ojos son un remedio clásico para reducir la hinchazón y refrescar la zona, lo que puede ayudar a aliviar la sensación de fatiga.
Rodajas de patata: Al igual que el pepino, una rodaja de patata cruda y fría puede ayudar a reducir la inflamación ocular.
Agua de rosas: Humedecer un algodón con agua de rosas y pasarlo suavemente sobre los párpados cerrados puede ayudar a calmar la irritación.
Alimentación: Incluir en la dieta alimentos ricos en vitaminas (A, C, E), omega-3 y antioxidantes (como arándanos, zanahorias, aguacates, frutos secos y espinacas) es fundamental para la salud ocular a largo plazo.
Advertencia importante:
Siempre utiliza gasas o algodones estériles y asegúrate de que cualquier infusión esté completamente fría antes de aplicarla.
No uses una infusión casera si tienes una infección ocular, ya que podrías empeorarla.
Si los síntomas no mejoran, busca atención médica para obtener un diagnóstico y tratamiento más precisos.
Al integrar estas prácticas, nutrientes y ayudas naturales en tu rutina diaria, no solo estarás aliviando los síntomas molestos de la fatiga ocular. Estarás tomando medidas activas y fundamentadas para proteger la delicada maquinaria de tus ojos y, por extensión, para calmar las sobrecargadas vías de tu sistema nervioso, promoviendo un estado de mayor equilibrio y bienestar general.
Conclusión
La fatiga ocular es mucho más que una simple molestia. Es una condición que, a través de mecanismos neurológicos bien definidos como la sobrecarga del nervio trigémino y el desequilibrio del Sistema Nervioso Autónomo, puede actuar como un potente estresor fisiológico. Este estrés crónico de bajo grado es un caldo de cultivo para la ansiedad, el nerviosismo y una disminución general del bienestar.
Comprender esta conexión es fundamental. Nos permite recontextualizar los síntomas. Ese dolor de cabeza persistente, esa tensión en el cuello o esa inexplicable sensación de nerviosismo podrían no ser problemas aislados, sino manifestaciones de un sistema visual sobrecargado.
El cuidado de nuestros ojos no es solo una medida para prevenir la visión borrosa; es una estrategia proactiva y poderosa para regular nuestro sistema nervioso, calmar nuestra mente y, en última instancia, proteger nuestra salud mental. La próxima vez que sientas tus ojos cansados, recuerda que te están enviando una señal importante, una que tu sistema nervioso y tu bienestar emocional te agradecerán que escuches.
Referencias
[1] American Academy of Ophthalmology (AAO). (2023). Computer Vision Syndrome. Disponible en la sección de salud ocular de la AAO. Este recurso proporciona una visión general completa de las causas y síntomas del síndrome visual informático.
[2] Sheppard, A. L., & Wolffsohn, J. S. (2018). Digital eye strain: prevalence, measurement and amelioration. BMJ Open Ophthalmology, 3(1), e000146. Este estudio profundiza en la prevalencia de la fatiga ocular digital y menciona la implicación de la sensibilidad corneal y, por ende, del sistema trigeminal.
[3] Loh, K., & Redd, S. (2008). Understanding and preventing computer vision syndrome. Malaysian Family Physician : the Official Journal of the Academy of Family Physicians of Malaysia, 3(3), 128–130. El artículo discute los mecanismos fisiopatológicos, incluyendo el sobreesfuerzo del músculo ciliar y sus implicaciones sistémicas.
[4] Gowrisankaran, S., & Sheedy, J. E. (2015). Computer vision syndrome: A review. Work, 52(2), 303-314. Esta revisión exhaustiva aborda la multifactorialidad del síndrome, incluyendo los factores cognitivos y el estrés psicológico como un componente que puede exacerbar los síntomas.
[5] Rosenfield, M. (2016). Computer vision syndrome (aka digital eye strain). Optometry in Practice, 17(1), 1-10. Este artículo de revisión destaca la regla 20-20-20 como una intervención principal y explica su base fisiológica.
[6] Portello, J. K., Rosenfield, M., & Chu, C. A. (2013). Blink rate, incomplete blinks and computer vision syndrome. Optometry and Vision Science, 90(5), 482-487. Este estudio cuantifica la reducción del parpadeo durante el uso de ordenadores.
[7] Yan, Z., Hu, L., Chen, H., & Lu, F. (2008). Computer Vision Syndrome: A widely spreading but poorly understood epidemic. Journal of Ophthalmology, 2008, 490823. Revisa los factores ergonómicos, incluida la posición del monitor, como clave para la prevención.
[8] Wahl, S., et al. (2019). The effects of palming on the autonomic nervous system. Journal of Traditional and Complementary Medicine, 9(2), 116-120. Estudio que investiga los efectos fisiológicos de la técnica de palming, mostrando cambios en la variabilidad de la frecuencia cardíaca indicativos de relajación.
[9] Bhargava, R., Kumar, P., Kumar, M., Mehra, N., & Mishra, A. (2013). A randomized controlled trial of omega-3 fatty acids in dry eye syndrome. International Journal of Ophthalmology, 6(6), 811–816. Ensayo clínico que demuestra la eficacia de la suplementación con Omega-3 para mejorar los signos y síntomas del ojo seco.
[10] Stringham, J. M., Stringham, N. T., & O'Brien, K. J. (2017). Macular Carotenoid Supplementation Improves Visual Performance, Sleep Quality, and Attenuates Physical Fatigue in Those with High Screen Time Exposure. Foods, 6(7), 47. Este estudio vincula directamente la suplementación con luteína y zeaxantina con mejoras en la fatiga visual y otros síntomas en usuarios de pantallas.
[11] Age-Related Eye Disease Study Research Group. (2001). A randomized, placebo-controlled, clinical trial of high-dose supplementation with vitamins C and E, beta carotene, and zinc for age-related macular degeneration and vision loss: AREDS report no. 8. Archives of Ophthalmology, 119(10), 1417–1436. El estudio de referencia que estableció el beneficio de esta combinación de antioxidantes para la salud retiniana.
[12] Kiankar, F., et al. (2020). The effect of bilberry extract on computer vision syndrome, a randomized, triple-blind, placebo-controlled clinical trial. Journal of Ophthalmic & Vision Research, 15(4), 515–523. Un ensayo clínico reciente que muestra una mejora significativa en los síntomas de la fatiga ocular con el uso de extracto de mirtilo.
[13] Cybulski, M., et al. (2021). Ginkgo Biloba in the Treatment of Eye Diseases. Journal of Clinical Medicine, 10(13), 2823. Una revisión sistemática que resume la evidencia del Ginkgo Biloba para diversas afecciones oculares, destacando sus mecanismos vasculares y neuroprotectores.